Fragment del llibre:
Las niñas de Elna fragment

LA CATEDRAL Julio de 1936 Lleida

Teresa caminaba agarrada de la mano de su madre por la avenida que bordea el río Segre. A pesar del calor que emanaba el tórrido asfalto, la poca gente que paseaba por los aledaños llevaba ropa más larga de lo habitual. Desde el estallido de la guerra, dos semanas atrás, parecía como si todo el mundo se intentara proteger incluso los escasos pedazos de piel que quedaban al aire con las prendas de verano. A la altura de la Catedral, se atisbaba un inmenso haz de luz anaranjada que sobresalía de los edificios contiguos.

—Ven, vamos —dijo María a su hija mientras cruzaban la carretera a paso ligero.

María, que gozaba de una complexión bastante atlética, fue aumentando el ritmo de sus pasos hasta el punto de que Teresa empezó a dar pequeños saltos para seguir su ritmo sin soltarse de la mano. Algunas veces, el vestido de su madre, aunque era más corto de lo habitual para la época,se levantaba y le daba en la cara, lo que impedía a Teresa saber por dónde iban exactamente. Doblaron la esquina en la Avenida de Blondel y, seguidamente, se internaron en el callejón de la Vila de Foix, que quedaba a pocos metros a la izquierda. Las piernas musculosas de María se detuvieron de golpe cuando llegaron a la mitad de la calle. Cuando Teresa levantó la cabeza, el corazón le dio un vuelco.

La Catedral estaba envuelta en llamas. Justo enfrente, al final de la callejuela, había un montón de bancos y objetos eclesiásticos apilados que servían de pira para una hoguera. Las llamas alcanzaban la altura del fuego que asolaba el edificio. Entre los objetos que quemaron durante días estaba la sillería del coro al completo, obra de Lluís Bonifàs en 1774, y los retablos de Juan Adán, de finales del siglo XVIII.

Hombres y mujeres seguían sacando como podían los objetos del interior del edificio para lanzarlos a la hoguera, que se erigía imponente y que anunciaba el inicio de la catástrofe que estaba por llegar. Un hombre agitaba un trapo blanco inmenso atado a un palo de madera con las iniciales FAI2 escritas a mano. Teresa se tapó los ojos con la mano que tenía libre, sin soltar con la otra la de su madre. María se giró hacia ella al instante y, con delicadez, le apartó la mano de los ojos y se la bajó a la altura del cuello.

—Mira esto,

Teresa. Míralo con tus propios ojos. Teresa quiso volver a taparse los ojos ante aquel horror, pero el miedo a desobedecer a su madre se anteponía incluso a aquel espectáculo esperpéntico, que no la dejaría dormir tranquila durante el resto de su vida. Siempre recordaría aquel día como el final de su vida tal y como la había conocido hasta entonces. Como el día en el que la niña de nueve años que llevaba dentro moriría para siempre, de forma irremediable. Como el día en que su madre, María Ferrer Ferrer, la obligó a mirar cómo se quemaba la Catedral de la Seu Vella de Lleida, sin llegar a explicarle nunca por qué lo hizo. 2. Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Marc Solanes Calderón. Fragmento de Las niñas de Elna.

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